Las cosas en sí mismas no tienen historia. No son objeto de estudio de los historiadores. Lo qué sí tiene su historia es lo que los hombres hacemos con las cosas. Qué sentido les damos, cómo las fabricamos, para qué las creamos, qué buscamos y proyectamos...
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Las cosas en sí mismas no tienen historia. No son objeto de estudio de los historiadores. Lo qué sí tiene su historia es lo que los hombres hacemos con las cosas. Qué sentido les damos, cómo las fabricamos, para qué las creamos, qué buscamos y proyectamos con ellas. En tal sentido, el presente artículo nos tiene a nosotros mismos ―Homo Sapiens Sapiens― como principales protagonistas y no al plato volador que decora la plaza principal de Capilla del Monte, que será ―obviamente― el actor explícito de la crónica.
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